Saturday, June 22, 2013

Apariencias


Apariencias
Al ver la imagen de abajo me hizo meditar en lo siguiente. ¿Por qué se desprecia tanto a las personas con sobrepeso? ¿Cuál es la razón  si Dios no hace acepción de personas y nos hizo a todos por igual a su imagen y semejanza? ¿Por qué nosotros lo hacemos? La sociedad en la que vivimos desde tiempos pasados se ha hecho objeto de burla a las personas sobrepeso, tanto en los medios de comunicación televisión, radio, prensa escrita, etc. ¿Tanto importa la apariencia física? Esto es carga de una sociedad estrecha de mente y que obedece a los “códigos de la moda” en donde todo el mundo tiene que estar en la línea de lo contrario esta fuera del “circulo exclusivo” de estar “in”. Se ha creado tanto y tanto repudio por estar sobrepeso que se ha puesto el “sello” de que este grupo de personas no merecen ni amor, respeto, compañía, amigos y todo lo que una persona tiene derecho a tener por simplemente estar en este mundo.  Estar sobrepeso no es pecado mortal ni se le falta a ninguna ley. Antes de burlarnos de una persona sobrepeso pensemos que ellos son creación de Dios, que Él los ama porque tienen un corazón que vale la pena y un alma preciosa que vale la Sangre de Jesús. Que esa persona sobrepeso puede llegar a ser un amigo incondicional, que es una fuente de sabiduría e inteligencia, un hombro en donde desahogarse sin ponerte en ridículo. Que puede llegar a ser el amor ideal, a pesar de su apariencia porque tiene en su interior unas cualidades y de sentimientos capaz de enamorar a cualquier que pueda ver más allá de lo que los ojos físico llegan a ver. Todos y cada uno de los que habitamos el mundo tiene propósito y derecho a ser la persona que Dios creó gordos, flacos, blancos, negros, europeos, orientales, latinos o americanos todos fuimos hechos a su imagen y semejanza con la única diferencia de algunos rasgos para que hubiera distinción o sea la sal de la tierra.
Dios nos ama a todos por igual sin excepción, por eso uno de sus mandamientos nos exhorta a amaras a tu prójimo como a ti mismo. No hace excepciones todos somos iguales ante Él un corazón y un alma al que Dios anhela entrar y morar en él.

Escrito por: Rebecca Vila Cano




El árbol florecido

El árbol florecido
En el patio de atrás de la casa, en la casa del vecino hay un árbol que en el invierno se quedo desnudo sin una hoja y durante el verano y la primavera fue hogar de muchos pájaros con sus nidos y sus polluelos. Pero al llegar el invierno fue quedando deshojado y desnudo y toda su belleza verde quedo hecha nada solo un esqueleto de árbol seco y gris. Así nos pasa a muchos de nosotros en nuestro andar por la vida llega un momento de invierno en donde quedamos desnudos, grises y sin ningún verdor para alegrarnos. Nos quedamos sin pájaros que aniden en nuestro árbol nos quedamos solos o así lo pensamos. Cuando llegamos a ese punto es que nos damos cuenta que necesitamos tanto y tanto a Dios. Porque nuestros problemas son nuestro inviernos que nos han ido deshojando y hemos ido perdiendo la esperanza verde de las hojas de la confianza y la fe. Hemos perdido el verdor de la mirada puesta en nuestro Dios. Nos transformamos en el gris de la desesperación, enojo, desesperanza y apatía por todo lo que nos rodea quedamos sin hojas ni la alegría del cántico de los pájaros que ha anidado en nuestras ramas. Dejamos de ser refugio y pasamos a ser un árbol gris seco de toda esperanza y fe. Hemos dejado que los problemas nos sequen y tristemente nos hemos olvidado del agua y el verano reverdecido que es nuestro Dios. Si Dios es la primavera dulce que vuelve para hacer florecer cada planta y cada flor se renueva al llegar la primavera así es Dios primavera y verano que nos da calor y nos ayuda a florecer aun en medio del invierno más crudo Dios es nuestra corriente de agua que nos nutre y no pasa la sequia y siempre daremos fruto y nuestro verdor no cesara. Cuando reconocemos que somos el árbol seco que necesita del verdor que llega en primavera y verano, es aquí cuando dejamos de lucir tan grises y secos dejando entrar en nuestras raíces la Presencia restauradora de nuestro Creador y Salvador. Veremos como Él, como agua refrescante nos va nutriendo y renovando sacando el verdor que tanto necesitamos para salir de la sequia gris que se había apoderado de nuestro ser porque nos desviamos del sendero que Dios nos había marcado. Reconociendo que somos débiles y nuestras fuerzas y pensamientos son tan poco precisos que terminamos secos y gris como el árbol en invierno.
Por eso cuando damos el paso de fe dejando entrar al Señor en nuestros corazones reconociéndolo como la fuente de agua refrescante que nos da salvación y perdón. Aquí florecemos hermosamente, fuertes y firmes. Porque sabemos que sin Dios nada somos y regresaremos al invierno seco y gris que nos deshoja sin miramientos. Dios es y será siempre nuestro manantial de vida, su Palabra es nuestro fruto y su Presencia semilla que germina en el terreno fértil de nuestro corazón. Y que se expande para dar sombra a todo aquel que lo necesita y quiere dar ese pasó de fe y reverdecer como el árbol seco en primavera llego de verdor y el cántico de los pájaros que lo anidan.
Abramos nuestros corazones y dejemos que la semilla de Dios germine y florezca dando el fruto de vida eterna. Recibiendo el agua refrescante de su salvación y el abono de Su Palabra que nos da sombra y vida eterna. Seamos como el árbol sembrado a la orillas de la corriente siempre verde y su fruto siempre florece y la sequia no lo toca porque se nutre seguro de la corriente.

Escrito por
Rebecca Vila Cano

Wednesday, June 5, 2013

Como la rosa en la mano del Jardinero




Como la rosa en la mano del jardinero

Como la rosa en la mano del jardinero, así mi corazón está en la mano de mi Creador

Frágil y delicado, necesitado del cuidado y amor que el Padre Celestial me puede dar

Como semilla, fui sembrada en el campo y germine como la rosa, delicada y necesitada

Mis propias espinas me lastimaban, se convirtieron en mi cárcel, pero llego el Jardinero y con amor me fue recortando las espinas y quede libre para disfrutar del aire que me rodea y del amor infinito que me ha dado el Jardinero mi Salvador y Consolador

Porque soy como la rosa en la mano del jardinero, delicada y necesita de todos sus cuidados y atenciones, necesitada del alimento que me da del fertilizante que Su Palabra me otorga diariamente

Del agua que nutre mis raíces, así son sus bendiciones y milagros, su Presencia Divina me rejuvenece es como la sombra a la orilla del rio siempre fresca y restauradora,

Así soy como la rosa en la mano del jardinero, delicada y necesitada, porque mi corazón he entregado al Creador y Él es mi tierra fértil y mi arbusto fuerte que me sostiene todo el tiempo.



Escrito por

Rebecca Vila Cano