Exceso de
equipaje
Muchas veces me he puesto a pensar, que nosotros somos
como los carritos del aeropuerto que cargan el equipaje, excedidos por la carga
y muchas veces más perdidos por la carga porque no llegan al avión que le
corresponde y otras el carrito apenas se mueve porque el peso es demasiado para
poder moverlo. Así somos nosotros cargando exceso de equipaje, por las
experiencias y situaciones que nos tocan vivir desde pequeños y que se
convierten en maletas pesadas que no podemos soltar porque no sabemos cómo o
porque las tratamos de ignorar pero el peso sigue en la armario de nuestro
pasado, haciendo peso en nuestro presente, obligándonos a ser infelices porque
no podemos deshacernos del exceso de equipaje que ocupa nuestra mente y hace
espacio en nuestro corazón. Pero hay alguien dispuesto a aliviar el exceso de
equipaje y volver a hacernos nuevos y libres de todo exceso innecesario y que
se ha vuelto una raíz de amargura. Ese alguien es el Todopoderoso, que está ahí
al alcance de una oración, dispuesto a cargar con el exceso de equipaje dañino
e innecesario de nuestro pasado. Porque debemos recordar que lo que paso ya no
puede volver, a menos que nosotros mismos en nuestras mentes lo hagamos volver
una y otra vez y lo hagamos un círculo del que no podemos salir porque nos
confunde el pasado con el presente dañando lo que tenemos de frente. El Señor
nos ofrece hacerse cargo de todo lo que nos hace daño, voluntariamente, nos
ofrece librarnos del mal, mediante la Sangre del Cordero que limpia todo exceso
y toda raíz de amargura y nos deja limpios como la nieve recién caída del
cielo. Solo debemos dejarlo que nos bañe con Su Sangre Bendita, que limpia a
conciencia y profundamente, volviéndonos nuevas criaturas con una nueva visión
de lo que nos rodea. Elevándonos como las águilas que se renuevan en la montaña
alta y elevan su vuelo restaurado y emergen nuevas y fuertes, así nos quiere el
Padre fuertes, guerreros, fieles solo a Él y dispuestos a dejar todo lo que nos
hacía daño en el bendito olvido que solo el Creador nos otorga al entregarnos a
Él. Dejándolo que more en nuestros corazones y alma, dándole la bienvenida para
que nos pastoreé como dice el Salmo 23: 1 – 2 Jehová es mi pastor; nada me
faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar, junto a aguas de
reposo me pastoreará.
No hay palabras más ciertas que estos versículos del
Salmo 23, el Señor nos guarda y nos cuida como una madre a su recién nacido,
nos da protección y sobretodo salvación y perdón por nuestras iniquidades y nos
transforma y nos limpia con Su Sangre Bendita. Recordemos siempre que Su Sangre
quita el exceso de equipaje y nos deja junto a aguas de reposo y en lugares de
delicados pastos nos hará descansar. Tengamos esto como escudo y grabado a
fuego en nuestras mentes y sobretodo en nuestros corazones. Porque Dios es Rey
de reyes y Señor de señores ahora y hasta la eternidad.
Escrito por
Rebecca Vila Cano
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